Instrumentos de paz
Cuando la Primera Guerra Mundial se desató en 1914, el estadista británico Sir Edward Grey declaró: «Se están apagando lámparas por toda Europa; no las veremos encenderse otra vez mientras vivamos». Tenía razón. La guerra dejó veinte millones de muertos y veintiún millones de heridos.
Los dragones de la vida
¿Alguna vez luchaste con un dragón? Si respondiste que no, el escritor Eugene Peterson no concuerda contigo. En su libro Una larga obediencia en la misma dirección, escribió: «Los dragones son proyecciones de nuestros miedos […]. Un campesino que se confronta con un enorme dragón es totalmente superado». Su idea es que la vida está llena de dragones: problemas graves de salud, pérdidas repentinas de trabajo, matrimonios fracasados, hijos descarriados. Contra estos peligros y fragilidades enormes de la vida no podemos luchar solos.
Adioses y holas
Cuando mi hermano David murió repentinamente de un infarto cardíaco, mis perspectivas sobre la vida cambiaron de forma dramática. Era el cuarto de siete hermanos, pero el primero en morir; y lo inesperado de su partida me llevó a reflexionar sobre muchas cosas. Al parecer, a medida que los años nos iban llegando, el futuro de nuestra familia estaría más marcado por pérdidas que por ganancias. Se iba a caracterizar más por adioses que por holas.
Su muerte trae vida
Durante su ministerio en la prisión más violenta de Sudáfrica, Joanna Flanders-Thomas fue testigo del poder de Dios para transformar corazones. En La desaparición de la gracia, Philip Yancey describe dicha experiencia: «Joanna comenzó a visitar a los presos todos los días, llevándoles el sencillo mensaje del evangelio de perdón y reconciliación. Se ganó la confianza de ellos, logró que hablaran de los…
Un desfile de colores
Londres es una de las ciudades más cosmopolitas del mundo. En 1933, el periodista Glyn Roberts escribió sobre la gran capital de Inglaterra: «Todavía pienso que el desfile de personas, colores e idiomas es de lo mejor de Londres». Ese «desfile» aún se ve hoy en la mezcla de olores, sonidos e imágenes de una comunidad global. La belleza de…
Destreza asombrosa
El líder de nuestro grupo de canto en la universidad nos dirigía y acompañaba en el piano al mismo tiempo, equilibrando talentosamente ambas responsabilidades. Cuando terminó el concierto, se lo veía bastante cansado, así que le pregunté si estaba bien. Respondió: «Nunca tuve que hacer esto antes». Y explicó: «El piano estaba tan desafinado que tuve que tocar todo en…
Cambio inesperado
En enero de 1943, los cálidos vientos chinook azotaron Spearfish, en Dakota del Sur, lo que elevó rápidamente las temperaturas de –20 ° a 7 °C. Ese drástico cambio climático tuvo lugar en solo dos minutos. El cambio de temperatura más grande registrado en Estados Unidos en 24 horas fue de ¡casi 57 grados!
No obstante, los cambios repentinos no son simplemente…
Cazadores de tormentas
«Cazar tornados —dice Warren Faidley— suele parecerse a un gran juego 3D de ajedrez en un tablero de miles de kilómetros cuadrados». El fotógrafo, periodista y cazador de tormentas agrega: «Estar en el lugar correcto en el momento preciso es una sinfonía de pronóstico y navegación mientras uno esquiva desde granizo del tamaño de una pelota de softbol hasta tormentas…
Actitud de gratitud
En el estado donde vivo, en Estados Unidos, los inviernos pueden ser brutales, con temperaturas bajo cero y nieve incesante. Un día terriblemente frío, mientras removía la nieve por enésima vez, el cartero se detuvo para preguntarme cómo estaba. Le dije que no me gustaba el invierno y que estaba cansado de tanta nieve. Entonces, comenté que su trabajo tal vez fuera bastante difícil en esas condiciones climáticas extremas. Y él contesto: «Sí, pero al menos tengo trabajo. Muchos no lo tienen. Estoy agradecido de trabajar».
La aprobación de uno
Cuando el legendario compositor Giuseppe Verdi (1813-1901) era joven, el deseo de aprobación lo llevó al éxito. Warren Wiersbe escribió sobre él: «Cuando Verdi presentó su primera obra en Florencia, se paró solo en las sombras y mantuvo la mirada en el rostro de un hombre de la audiencia: el gran Rossini. A Verdi no le importaba que la gente en la sala lo vitoreara o abuchara; lo único que quería era una sonrisa de aprobación del gran músico».